lunes, 21 de diciembre de 2009

Carta proemio a lo que sigue siendo obvio

Estimado amante constante:

Nunca más dormiré a su lado. No vaya a ser que se me contagien uno de sus sueños. Los sueños se inhalan por la boca, se atoran en los ojos y nunca más pueden salir. Espero lo entienda, con el paso del tiempo se dará cuenta de que es lo mejor para ambos.

Pero es que yo no necesito de sueños ajenos que oxiden mi condición de sirena perpetua.

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